Imaginemos, has quedado con una tía que está cañón y la acabas de saludar...empieza la cita.
Llegas al momento "Ohh!", del cual hablaré detenidamente más adelante, pero que en resumidas cuentas es aquel momento en el que te das cuenta de que debes abortar la cita. Ya bien sea porque tiene un poco de bigotillo, le falta un diente o esconde una pistola.
La Ley Limón te da la oportunidad de, en cinco minutos, poder escabullirte de la cita. ¡Considéralo como un pase gratis!. Como cuando necesitas impresionar a una tía y te vas a una perfumería a hincharte de muestras y luego te piras y no compras nada. Pues igual.
Si lo pasas mal, es porque tú quieres.
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